martes, 25 de mayo de 2010

uno

No sé que tanto bebí ayer, no recuerdo nada. Tampoco quiero salir, no sé cómo debo comportarme en caso de toparme con algún vecino. ¿Con quién bebí ayer? Es importante dar con aquel acompañante, quizás él tenga las respuestas pero me da miedo que ni él me reconozca, que acabó igual que yo. Dos conocidos que se desconocen al verse.

La identidad que renace es un riesgo espantoso, me preocupa que al reconocerme ya no me guste. Que quiera triturar el ego que tanto me alegraba, no quiero averiguar que tan famélico está mi espíritu. En la ignorancia forzada es más tolerante la ignominia espontánea.

Es preferible retomar el sueño aunque luego despierte con un insoportable dolor de cabeza, por lo menos, el malestar me mantendrá ocupado.

Datos personales

Seguidores